Sigue:
Más preciosas corredoiras por bosques animados (precisamente la primera vez que conocí la palabra “corredoira” fue leyendo esa inolvidable novela, aún mucho más recomendable que la película):
Capilla de Transfontao:
Un camino empedrado que con lluvias (como en mi paso anterior) se convierte en un guapo río (nunca se hace dos veces el mismo camino):
Entrando a Silleda:
El albergue. Era un Albergue Turístico (o sea, privado, público no hay en Silleda) y afortunadamente había llamado para reservar, porque se celebraba no recuerdo qué feria en Silleda y estaba todo a tope. Me recibieron muy bien: de llegada me invitaron a caña y pincho de tortilla (en estos momentos se aprecian los sabores de esas cosas mejor que nunca):
Buenas vistas desde el albergue. Allá al fondo se apreciaba una población importante. Creo que era Lalín, cerca de la que había pasado, pero sin entrar en ella:
¡Y había cama con sábanas!:
Un acogedor salón y nada menos que dos cocinas, una en cada piso (dos) del albergue:
Había un supermercado cerca, me preparé algo de comer y salí a ver un poco Silleda.
Junto a esta iglesia había pasado, un poco desorientado, la vez anterior:
Curioso conjunto de piedras y pueblos:
Descubrí una confitería en la que hacían unas galletitas muy ricas: los Melindres de Silleda:
Aunque no mejores que mis carajitos, pero no hay por qué comparar entre dos cosas buenas:
A Santiago quedaban ya sólo unos 40 kilómetros, la Vía de la Plata estaba ya casi dominada, de modo que me podía permitir con el café de la tarde (mientras tomaba mis notas y comprobaba lo que tenía por delante) algo más que “pingarates”:
Y en el mismo bar en el que estaba, un encuentro muy agradable: ¡René!, el peregrino francés, de la Alsacia. (el que muchos kilómetros atrás me había llamado “Santo Pepe”):
Estaba con un amigo que había ido a encontrarse con él. Y allí mismo más encuentros agradables: Fernando y Juanjo, los vitorianos. Fuimos pre-celebrando ya la llegada a Santiago:
De vuelta al albergue me encontré con un mural que me gustó: “Algunhas das palabras máis fermosas do galego”, aquí están todas ellas:
Continúa.