Lo real y lo irreal se entremezclan y volvemos a sentirnos más vivos que nunca… hemos logrado ver los senderos invisibles que la montaña esconde.
Noyar está acostumbrado a estas sensaciones, son su pan de cada día de montaña. Nosotros y Helio las tomamos en pequeñas dosis, las racionamos para que sus efectos secundarios no nos acongojen demasiado.
La verdad es que entre unas cosas y otras hacía ya mucho tiempo de la última dosis fuerte y cuando uno queda para salir con Noyar, normalmente no hay escapatoria… este fin de semana tocaba una dosis de las suyas

Todo el conjunto de vertiginosas caídas alrededor del Dobra, Pelabarda y Junjumia son nuestro territorio fetiche. Es imposible no sustraerse a esas imágenes dónde la horizontalidad es casi una anécdota, dónde recorrer sus verticales paredes se intuye “imposible”. Pero estos senderos han sido recorridos desde tiempo inmemorial por unos pastores que empujados por la vida o mejor por la subsistencia no tuvieron más remedio que humanizar estos desventíos.
Noyar sabía a qué venía: conocer la Canal de los Saltos, cruzar el Pelabarda y remontar por el Requexu Los Suspiros hasta el Cdo. Cabritales.
Nosotros y Helio sabíamos a lo que venía Noyar… pero eso no quiere decir que nosotros pudiéramos hacer lo mismo

Pero también teníamos la motivación y las ganas de buscar y de ver de nuevo esos senderos invisibles que estos rincones guardan tan celosamente.
La búsqueda empieza en Fana. Pasamos por la Majada.

La vista durante todo el camino es espectacular.

El punto clave para acceder a la bajada de la Canal de los Saltos es la Majada de Pelordoña.

Un apartado y precioso rincón dónde las ruinas de lo que un día fue una majada habitada nos deja un poso de melancolía.
Desde dónde estamos vemos la boca que da acceso a la canal, pero está rodeada de un marasmo de espineras, árboles y vegetación diversa que nos hacen dudar del camino a elegir para llegar a ella.

El tenue escalofrío del paso del tiempo queda impreso en las ruinas de una muria casi escondida por la vegetación. Nos dirigimos hacia ella. La intuición ha sido buena ya que desde la vieja muria un sendero en buenas condiciones nos lleva más rápido de lo que habíamos pensado a la abertura por la que se despeña la Canal de los Saltos al Pelabarda.

Enfrente se ve la subida por el Requexu Los Suspiros.

Se despeña, sí, por lo menos para algunos. Para Noyar no sólo no se despeña sino que la canal parece que va al encuentro del río sin ningún problema. ¡Bah! igual un par de saltos al principio… pero por ahí llegamos al río si o si… los demás no lo tenemos tan claro.
Convenciendo a los menos “iluminados”.

Noyar nos da confianza. Se mueve como pez en el agua en estas vertiginosidades herbosas y su optimismo es contagioso así que nos decidimos a dar los primeros pasos… o culazos.

Ahora viene lo que nos temíamos, el primer salto ¿no se llama así? ¿la Canal de los Saltos?

Noyar lo destrepa en un visto y no visto y hasta parece fácil.

Pero no. Para los mortales bípedos que no tenemos alma de rebecos, el salto nos hace pensar y pensar… en dar la vuelta. Por fin y con ayuda logramos destrepar el resalte. Un destrepe delicado con yerba y algo de roca que rezuma agua y humedad. Recomendable sin duda el uso de una cuerda.

Si obviamos dificultades, el ambiente que nos rodea es espectacular. La sensación de aislamiento nos rebosa por todos lados y la bravura del lugar nos hace sentirnos especiales, extraños. Enfrente vamos observando lo que nos espera. La espectacular subida del Requexu Los Suspiros. Mirar es admirar.

A continuación y casi sin respiro viene el segundo salto.

Mejor así. Con la adrenalina fluyendo por nuestro cuerpo seguro que lo encaramos más fácilmente.


Este es más corto y Noyar nos indica los apoyos desde abajo.


Una vez en suelo firme, valoramos estos dos saltos. Para los que no tenemos las condiciones de Noyar, estos destrepes no serían factibles “a pelo”. Sin él nos hubiéramos dado la vuelta. Otra cosa sería en sentido inverso. La trepada nos da la impresión de que no sería tan delicada… siempre que sepas que hay una salida por arriba.
Ahora ya parece que tan sólo nos queda una fuerte pendiente de yerba hasta el río. Pero no hay que despistarse ya que no tenemos ganas de ningún resbalón aquí. La horizontalidad no tiene cabida en este lugar.


A nuestra derecha ya podemos ver las espectaculares caídas que cierran el paso –aparentemente- a la vertiente donde se encuentra la Canal de los Ablanos. En la parte de arriba de esa vertiente que está al otro lado, estaría la cueva llamada La Covellona. Desde dónde estamos nosotros y aunque parezca “imposible” nace otro invisible sendero que supera los farallones que vemos y cruza a la vertiente de la Covellona, es la Canal de La Covellona. Noyar es el “iluminado” que también ha “visto” y acometido esa subida y nos da detalles de la misma.

El río Pelabarda está cada vez más cerca. Pensábamos que no traería mucha agua dada la escasa lluvia de este verano pero por el ruido de la corriente parece que no va a ser así.

A la izquierda se puede ver todavía lejana la Mota Cabritales, por dónde pasaremos para alcanzar el Cdo. Cabritales.

(continúa)