Hoy voy a describir una ruta que pasa por unos sitios tremendamente curiosos. Se trata de la Peña Panales, en el margen derecho del río Dobra y situada en las cercanías de las poblaciones de Següenco, Vis y Carbes. En este foro participan grandísimos expertos del Dobra (Paco Ballesteros, Treparriscos, los Dobra y otros), quienes han publicado reportajes muy interesantes sobre los alrededores de este maravilloso rio, aun así me atrevo a colgar éste ya que retrata una zona que no aparece descrita en el foro. En una ocasión Ballesteros escribió un reportaje sobre esta zona, pero el fortísimo viento no le permitió el acceso a la misma, así que éste completa de alguna manera el suyo. Después de que Andoni me enseñara unas zonas preciosas de La Hermida, era mi turno de mostrarle algo para él desconocido y se vino conmigo a explorar esta zona que yo sólo conocía de haberla visto desde la otra vertiente del río. La siguiente foto muestra nuestro recorrido desde la parte alta de la ladera de Panales hasta el río, así como los sitios que visitamos.
Salimos muy temprano de Xeriz, sitio al que se llega en coche siguiendo una pista de hormigón desde Següenco. Al salir del coche nos topamos con una espesa niebla que no nos dejaba ver nada. Acordamos caminar hasta el collado de entrada al valle de la Peña Panales y una vez allí decidir qué hacer. Atravesamos las brañas de Ñajuentes y Viscalluenga para alcanzar el Jou de les Llamargues, que bordea el collado de acceso a la ladera de Peña Panales, punto desde donde empezaría nuestro descenso hacia el río. En este jou, hay una curiosa cueva, muy visible debido a la presencia de un enorme nogal a su misma entrada y que presenta restos evidentes de presencia de pastores
La niebla se espesó aún más y empezó a orbayar. Como más abajo yo sabía que había cortados, esperamos una hora a que mejorasen las condiciones. Por fin empezó a levantarse la niebla y para abajo nos lanzamos. El río se podía vislumbrar unos 550 metros por debajo.
Bajamos hacia la derecha, atravesando una zona llamada la Mata del Robleu y de la que apenas quedan vestigios de estos árboles.
Por encima de nosotros aparecían unas maravillosas paredes anaranjadas.
Toda la zona del Dobra está llena de sedos y caminos de pastores, lo cual es increíble dado la orografía tan compleja y el desnivel tan pronunciado de este terreno. Valga como muestra la peña que aparece al otro lado del río, la Porra del Collau de la Cueva recorrida por unos fantásticos sedos descritos magistralmente en el recientemente publicado libro de Paco Ballesteros sobre el Dobra.
Quedan pocos árboles, pero los que aún existen son bonitos a rabiar.
Y por fin llegamos a nuestro primer objetivo del día, una preciosa cueva colgada del vacío y llamada Cueva de Panales.
La cueva tiene un único acceso, por su derecha y a través de una estrecha vira de piedra, cuyo nombre es sedo de la Cueva.
La caída a pico desde el sedo de entrada a la cueva hacia el río es impresionante
Hago un inciso para deciros que todas las cuevas del Dobra tienen unas historias interesantísimas, ya que muchas fueron usadas y habitadas por pastores. Gracias al infatigable trabajo de investigación de nuestro compañero Paco Ballesteros, estas historias han quedado preservadas para la posteridad en su detallado libro sobre el Dobra. Presta un montón visitar estos lugares después de haber leído en su libro relatos acerca de los pastores que las utilizaban.
El interior de la cueva de Panales es enorme, con estalactitas inclinadas hacia el exterior de la cueva, como si quisieran escapar. Esto no es debido a la presencia de corrientes de aire, como piensa mucha gente, si no a que el agua que forma la estalactita tiende a evaporarse preferencialmente en el lado que da hacia el exterior de la cueva, debido a que ahí le da el sol y así, los minerales disueltos en el agua, al evaporarse ésta se acumulan mayormente en ese lado, creciendo pues la estalactita más hacia la salida de la cueva que hacia al interior de la misma.
Desde el interior de la cueva se ve la ladera de la sierra de Amieva que vierte hacia el río. Las espaciosas dimensiones del recinto son evidentes cuando se comparan con Andoni a la izquierda de la foto.
Nuestro siguiente objetivo era alcanzar el río, lo cual nos costó mucho más de lo planificado. Existe un escalón rocoso a la altura de la cueva y que se extiende en horizontal y hacia la derecha hasta otra cueva que mencionaremos más adelante. Existen 3 sedos que permiten salvar este muro y así acceder a la zona arbolada inferior ya próxima al río. El sedo de les cabres está en las inmediaciones de la Cueva Panales, otro, él más importante es el sedo de les vaques que está en el punto medio entre las dos cuevas y por último, el sedo del gato ya en las cercanías de la cueva de Cabo Llugar. Queríamos bajar por el sedo de les cabres pero no lo encontramos a pesar de que lo estuvimos buscando como se puede observar en la foto siguiente.
Al final fuimos en busca del sedo de les vaques y una vez que dimos con él, no nos importó no haber encontrado el de les cabres porque, este sedo es simplemente increíble. Los antiguos pastores colocaron unas altas armaduras que soportan unas losas de piedra enormes para permitir a las vacas atravesar este muro rocoso que separa la ribera del río de la ladera superior de la peña Panales donde existe algo de hierba.

Construir este sedo tuvo que ser un trabajo agotador. Me deslumbra el enorme ingenio de estos pastores a la hora de solucionar un problema tan complejo como es la superación de este muro rocoso mediante una construcción tan espectacular. En la foto siguiente, se ve el borde de las losas. Viendo la estrechez y el patio que tiene el sedo, quizás se haya despeñado alguna vaca por aquí.
Por debajo de esta franja rocosa vertical, queda una zona arbolada que se llama Panales y que en tiempos pasados fueron prados de siega con rediles, cabañas, cuadras y hasta una casa. Paco en su libro describe esto de manera magistral, así que el que quiera saber más ya sabe dónde acudir. Justo por debajo del muro hay pedreros con grandes bloques de piedra. De vez en cuando se puede seguir un diminuto sendero que los evita, ya que las vacas no podían caminar por entre estas grandes piedras. Y de repente nos llevamos una sorpresa mayúscula, en una zona donde era imposible evitar las piedras, nos encontramos con restos de una calzada perfectamente visible y bastante ancha por donde no solo vacas si no que hasta carros pudieron antaño haber circulado. Menudo esfuerzo de los pastores para apartar las rocas y crear un acceso tan cómodo a la zona cercana al rio.
Mirando hacia arriba, podíamos ver de nuevo el techo de la colgada cueva de Panales, donde habíamos estado recientemente, y por debajo de ésta otra cueva de estrecha entrada que ya no nos dio tiempo a visitar.
De la que bajamos al río, intentamos encontrar algún resto de casa o cuadra pero, Panales es ahora una selva llena de avellanos y no vimos nada que delatara refugios humanos. Al cabo de un rato alcanzamos el maravilloso río Dobra. Tuvimos mucha suerte ya que en esta zona, existen grandes piedras que permiten mediante fáciles saltos pasar a la otra orilla como así hicimos.
Descansamos un rato y fuimos por el siguiente objetivo, la cueva de Cabo LLugar. De la que ascendíamos de nuevo hacia el muro rocoso a través del bosquecillo, nos encontramos de casualidad con los restos de la casa que hubo en Panales. Nos prestó muchísimo dar con ella, tiene grandes muros, se conservan las antiguas vigas del techo y se observa la entrada y algunos ventanucos.
Existe un sedo, el del gato, que supera el salto rocoso cerca de esta otra cueva, pero no lo vimos, así que nos metimos por una de las pendientes canales que surcan el muro y lo superamos sin más dificultad que la de atravesar la espesa vegetación que cubre toda la zona. Una vez por encima del muro, el terreno se hace difícil de caminar, porque son rocas con muchas grietas mezcladas con alta vegetación.
Desde aquí veíamos la canal por la que más tarde intentaríamos salir de esta ladera inclinada, la empinada canal del Osa.
La cueva de cabo LLugar tiene una entrada pequeña, pero se encuentra facilísimamente, ya justo delante crece un gigantesco árbol, el Roblón de Cueva Llugar, visible desde toda la ladera de la peña.
La entrada de la cueva es muy original, muy ancha y no muy alta, pero perfecta para dormir dentro varias personas y su ganado.
Mirando hacia afuera se ve el Roblón y como referencia para comprender el tamaño del árbol, a su lado está Andoni.
Se empezaba a hacer tarde y por encima empezaba a aparecer la niebla, además no sabíamos cómo era por arriba la salida de la canal, por lo que nos pusimos a la faena sin mucha tardanza. A la misma salida de la cueva, por su izquierda, ya se intuye la entrada de la canal más arriba.
Después de ganar un poco de altura, la canal se encajona entre paredes. Yo había observado desde el otro lado del río una escapatoria a la canal por la izquierda pero una vez cerca de la misma, vimos que tenía algún resalte, por lo que no quedaba más remedio que salir por arriba.
Por la derecha, apareció otra bonita canal pero cegada por un murete en su parte superior.
Un precioso lagarto de cuerpo verde y cabeza azul nos hizo una visita.
La niebla ya bajaba de los altos hacia la canal, pero tuvimos fortuna de todavía poder ver unas agujas preciosas que la bordean.
Cuando vimos que la parte superior no tenía ningún resalte de importancia, respiramos tranquilos y acometimos el último tramo de la canal.
Al llegar al collado, nos cogió la niebla y ya no vimos un burro a dos pasos hasta llegar de nuevo a Següenco a disfrutar de una cervecita. En resumen, pasamos un día precioso y aprovechamos para visitar vestigios interesantísimos de la vida de las gentes que antaño habitaron estos parajes tan hermosos.
Pues nada más por hoy, un saludo.