Alpes de Lyngen - Noruega ( marzo 2017)
Publicado: Mié Abr 26, 2017 4:00 pm
Desde mi primera visita a Noruega en un viaje precioso, primero por la zona de grandes fiordos y después por las paradisíacas islas de Lofoten, sabía que iba a regresar a este bello país que engancha...pero que esa próxima vez tenía claro que iba a ser en invierno...
La idea surgió hace tiempo cuando llegó a nuestros oídos las maravillas de un lugar muy al norte donde hay unos Alpes que emergen del mar elevándose entre 1.000-1.800 m. y las esquiadas en nieve polvo son antológicas...No en vano, sin saberlo todavía eran las mismas montañas que había visto desde el avión poco antes de aterrizar en Lofototen, llamándome la atención aquellos picachos escarpados rodeados de glaciares que casi llegaban al mar.
El año pasado no se nos arregló, pero éste no nos lo pensamos y mucho menos viendo que no tuvimos apenas invierno por nuestras montañas, por lo que fuimos hace un mes en busca de la lejana nieve ártica.
Para llegar al paralelo 70º, que suena muy, muy al norte...(y realmente lo es puesto que está muy por encima del Círculo Polar Ártico), tuvimos que meternos un largo viaje que salvo en tren hay que usar todo tipo medio de transporte. De noche salimos de Oviedo en coche hasta Bilbao para comenzar el periplo de escalas, primero volando hacia Frankfurt, después a Oslo y por último a Tromsø capital de esta región ártica de Lyngen entre fiordos y perteneciente a la Laponia.
1.
Aterrizamos en Tromsø a las 3 de la tarde con buen tiempo y viento sur que por estos lares es de todo menos caliente ni templado...Mientras esperábamos a nuestra casera que nos recogiera para darnos la furgo que también le habíamos alquilado, no parábamos de escudriñar el horizonte de blancas montañas que rodean a la ciudad. Nos quedaban casi 100 km por delante hasta llegar a nuestra casa, dirección a Lyngseidet que es el pueblo más importante de la península de los Alpes de Lyngen. Para atajar es necesario coger un ferry a mitad de camino, lo cual nos viene muy bien para admirar esta cordillera por su vertiente oeste, despuntando picachos repletos de merengue por todas partes.
2.
Desembarcábamos en la otra orilla y por una carretera limpia de nieve llegamos a Lyngseidet, todavía con las últimas luces. Desde allí tras 13 km y alguno más de propina, por carretera o más bien por una especie de pista blanca de ski balizada para coches encontramos por fin la ubicación de la casa. Para entonces ya era de noche y poco podíamos ver salvo que estábamos frente al mar. A la mañana siguiente nos dimos cuenta de otra cosa, porque si bien en estas montañas no hace falta la aclimatación a la altitud, si hace falta a la latitud...puesto que convencido que mi móvil marcaba erróneamente por falta de cobertura las 4:40 am, así se presentaba lo que veía desde mi habitación.
3.
Más tarde, mientras desayunábamos no parábamos de alucinar mirando por la ventana lo que teníamos en frente que no era más que un enorme fiordo rodeado de montañas y glaciares...
4.
5.
Los días siguientes tuvimos de todo aunque sin duda el hándicap de este lugar es el tiempo cambiante por su proximidad al mar con copiosas nevadas alternando, niebla, ventisca, sol… todo bien mezclado. Igual de cambiante el paisaje pasando de zonas boscosas a otras zonas con el más puro carácter ártico.
6.
7.
Disfrutamos cómo no!, de paisajes grandiosos desde la misma carretera durante los trayectos de ida y vuelta de cada jornada
8.
9.
También nos internamos para asomarnos al interior de la esta espectacular cordillera en medio de parajes salvajes e inhóspitos entre bosques, montañas y grandes glaciares con la sensación de estar esquiando en el fin del mundo
10.
11.
12.
13.
14.
E incluso nos cayó algún día completamente soleado pudiendo disfrutar de las espectaculares panorámicas desde la cumbre de un pico estratégicamente situado con vistas fabulosas para todas partes con el mar de fiordos siempre presente…
15.
16.
17.
18.
19.
20.
Amén de la consiguiente larga esquiada con nieve perfecta donde lo difícil era no distraerse con el apabullante paisaje que teníamos delante.
21.
22.
23.
24.
25.
26.
También hicimos algo de turismo por Lyngseidet y a media semana nos vino muy bien un día de descanso aprovechando el día perronero con el que amaneció, para ir a visitar la capital Tromsø
27.
28.
29.
Durante el largo trayecto pude ver que esta región no sólo es un paraíso del esquí de montaña porque vaya colección de cascadas de hielo se veían descolgarse de las montañas, sin contar éste auténtico “xelódromo” al pie mismo de la carretera de varios cientos de metros de ancho. Qué pena no tener allí los trastos de pinchar!
30.
Continúa
La idea surgió hace tiempo cuando llegó a nuestros oídos las maravillas de un lugar muy al norte donde hay unos Alpes que emergen del mar elevándose entre 1.000-1.800 m. y las esquiadas en nieve polvo son antológicas...No en vano, sin saberlo todavía eran las mismas montañas que había visto desde el avión poco antes de aterrizar en Lofototen, llamándome la atención aquellos picachos escarpados rodeados de glaciares que casi llegaban al mar.
El año pasado no se nos arregló, pero éste no nos lo pensamos y mucho menos viendo que no tuvimos apenas invierno por nuestras montañas, por lo que fuimos hace un mes en busca de la lejana nieve ártica.
Para llegar al paralelo 70º, que suena muy, muy al norte...(y realmente lo es puesto que está muy por encima del Círculo Polar Ártico), tuvimos que meternos un largo viaje que salvo en tren hay que usar todo tipo medio de transporte. De noche salimos de Oviedo en coche hasta Bilbao para comenzar el periplo de escalas, primero volando hacia Frankfurt, después a Oslo y por último a Tromsø capital de esta región ártica de Lyngen entre fiordos y perteneciente a la Laponia.
1.
Aterrizamos en Tromsø a las 3 de la tarde con buen tiempo y viento sur que por estos lares es de todo menos caliente ni templado...Mientras esperábamos a nuestra casera que nos recogiera para darnos la furgo que también le habíamos alquilado, no parábamos de escudriñar el horizonte de blancas montañas que rodean a la ciudad. Nos quedaban casi 100 km por delante hasta llegar a nuestra casa, dirección a Lyngseidet que es el pueblo más importante de la península de los Alpes de Lyngen. Para atajar es necesario coger un ferry a mitad de camino, lo cual nos viene muy bien para admirar esta cordillera por su vertiente oeste, despuntando picachos repletos de merengue por todas partes.
2.
Desembarcábamos en la otra orilla y por una carretera limpia de nieve llegamos a Lyngseidet, todavía con las últimas luces. Desde allí tras 13 km y alguno más de propina, por carretera o más bien por una especie de pista blanca de ski balizada para coches encontramos por fin la ubicación de la casa. Para entonces ya era de noche y poco podíamos ver salvo que estábamos frente al mar. A la mañana siguiente nos dimos cuenta de otra cosa, porque si bien en estas montañas no hace falta la aclimatación a la altitud, si hace falta a la latitud...puesto que convencido que mi móvil marcaba erróneamente por falta de cobertura las 4:40 am, así se presentaba lo que veía desde mi habitación.
3.
Más tarde, mientras desayunábamos no parábamos de alucinar mirando por la ventana lo que teníamos en frente que no era más que un enorme fiordo rodeado de montañas y glaciares...
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Los días siguientes tuvimos de todo aunque sin duda el hándicap de este lugar es el tiempo cambiante por su proximidad al mar con copiosas nevadas alternando, niebla, ventisca, sol… todo bien mezclado. Igual de cambiante el paisaje pasando de zonas boscosas a otras zonas con el más puro carácter ártico.
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Disfrutamos cómo no!, de paisajes grandiosos desde la misma carretera durante los trayectos de ida y vuelta de cada jornada
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También nos internamos para asomarnos al interior de la esta espectacular cordillera en medio de parajes salvajes e inhóspitos entre bosques, montañas y grandes glaciares con la sensación de estar esquiando en el fin del mundo
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E incluso nos cayó algún día completamente soleado pudiendo disfrutar de las espectaculares panorámicas desde la cumbre de un pico estratégicamente situado con vistas fabulosas para todas partes con el mar de fiordos siempre presente…
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Amén de la consiguiente larga esquiada con nieve perfecta donde lo difícil era no distraerse con el apabullante paisaje que teníamos delante.
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También hicimos algo de turismo por Lyngseidet y a media semana nos vino muy bien un día de descanso aprovechando el día perronero con el que amaneció, para ir a visitar la capital Tromsø
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Durante el largo trayecto pude ver que esta región no sólo es un paraíso del esquí de montaña porque vaya colección de cascadas de hielo se veían descolgarse de las montañas, sin contar éste auténtico “xelódromo” al pie mismo de la carretera de varios cientos de metros de ancho. Qué pena no tener allí los trastos de pinchar!
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