Llegó el día señalado y cual fue mi sorpresa cuando mis dos compañeros de cordada me comunicaban que ellos no seguían con la aventura, habían pasado muy mala noche y no se veían con fuerzas para seguir. En fin, las cosas estaban así y yo no iba a desperdiciar el día y medio de buen tiempo que pronosticaban. Cogí el petate, la tienda, comida, me puse el arnés, el casco y me despedí de Sandra, Jota, Pablo y Laura.
La Bolera es un sitio que impone respeto, mientras me calzaba los crampones antes de cruzarla cayeron dos avalanchas de piedras que me hicieron palidecer. Me tomé todo el tiempo del mundo y cuando no escuché ningún ruido por la parte de arriba del couloir, crucé todo lo rápido que pude hasta el otro lado. El grito que solté para liberar la tensión (años y años oyendo hablar de La Bolera…) creo que se escuchó en los dos refugios.
A mitad de subida, Aiguille du Bionnassay

La subida entre los dos refugios es muy entretenida, una continua trepada que cada vez se va poniendo más vertical. El único inconveniente es que las rocas están bastante sueltas con lo que hay que tener cuidado ya que se lleva mucha gente por arriba y por abajo.
En la parte final han colocado unos cables de acero a los que poder asegurarte con el cabo de anclaje y realmente se agradecen cuando llevas una mochila tan pesada como la que llevaba yo.

Una vez llegado al refugio me fui directamente a la zona de vivac y como había llegado de los primeros elegí un buen sitio para montar la tienda. De momento todo iba bien, me sentía con fuerzas y las vistas eran espectaculares.
Vivac en la Aiguille du Gouter.

La única pega era no poder compartir ese increíble emplazamiento con mis compañeros. Jota, Pablo, Sandra y Laura estarían llegando al tren en esos momentos y Roberto estaba en España pendiente de cada minuto de la ascensión después de haber tenido que renunciar al viaje en el último momento por temas laborales.
Aiguille du Midi y Aiguille Verte

Después de hacer la comida y echar un poco la siesta fui pasando la tarde hasta que la oscuridad cubrió el valle.
Chamonix 3kms por debajo.

El tiempo se mantenía relativamente estable pero de vez en cuando venía alguna ráfaga fuerte así que monté 3 vientos con los bastones y el piolet.

No pegué ojo en toda la noche. Los nervios por acometer una ascensión en solitario, las dudas sobre si el tiempo se mantendría decente hasta la tarde, el frío que hacía y las fuertes rachas de viento que cada vez eran más frecuentes me machacaron durante horas.
Pero ya había llegado el momento, así que preparé café sin salir del saco y desayuné tranquilamente. Salí de la tienda sobre las 3.45h justo en el momento en que no había ningún grupo cerca así que la sensación de soledad era aun mayor. Por un momento el miedo (porqué no decirlo…) me atenazó al verme solo pasando cerca de las grietas de la arista inicial pero poco a poco me fui tranquilizando y pude coger el ritmo.

Un ritmo que yo pensaba que era el adecuado pero estaba totalmente equivocado, el no querer ir completamente solo me hacía ir más rápido de lo necesario y después de una hora de salir de la tienda ya estaba adelantando gente. Ya me había cruzado con unos cuantos que se daban la vuelta y el frío debía ser brutal porque tenía las correas de los bastones totalmente congeladas, pero bajando del Kili me había prometido no pasar más frío en las manos y ahora disfrutaba de la ascensión con las manos calentitas dentro de unas buenas manoplas…
Llegué al Dome du Gouter con las primeras luces y ya notaba que algo raro me pasaba. Tenía un ligero dolor de cabeza y seguía sin encontrar el ritmo adecuado. Paré a descansar y comer un poco en Cabaña Vallot (4.262 mts) sobre las 5.45h. Se veía la cima del Montblanc y toda la arista de Les Bosses.

Por encima del refugio Vallot ya sabía que estaba sufriendo los primeros síntomas del mal de altura y encima el viento era cada vez más fuerte.

Pasé la primera de las jorobas (Grande Bosse) sin mayores complicaciones pero la Petite Bosse se estrecha bastante y en la parte final hay una grieta que da miedo solo de mirar para ella…

El viento ya se había convertido en vendaval y en muchas ocasiones había que ponerse de cuclillas para no salir volando. A todo esto mi dolor de cabeza iba en aumento y de paso tenía el estómago puesto del revés, pero llegado a este punto nada iba a hacer que me diese la vuelta.

La arista final del Montblanc es una maravilla de filo cada vez más estrecho que hace que tengas que extremar las precauciones. Al cruzarte con gente tienes que salirte a una de las dos pendientes y asegurarte con el piolet que llevaba enganchado al cabo de anclaje.

En unos pocos minutos más llegaba a la cima en la que había como 20 personas más, pero cual fue mi sorpresa cuando en 5 minutos se había ido todo el mundo y pude disfrutar de la cumbre yo solo. Eran las 8.30h de la mañana.

Unas cuantas fotos y videos y enseguida para abajo porque no estaba muy convencido de que el tiempo fuese a aguantar. Antes de llegar a la Petite Bosse me crucé con una chica que debía haber tenido algún accidente, estaba tumbada y rodeada por su grupo y los guías con los que iban. A los 10 min. aparecía el helicóptero para hacer un rescate a unos 4.500 mts. Era un toque de atención para que no bajase la guardia.

Antes de llegar de nuevo a Vallot pude ver por fin El Cervino. Vaya montaña más increible…

Iba a hacer una parada para comer y beber pero me di cuenta que había cerrado mal el tapón de la botella y se me había derramado todo por la mochila… ufff, vaya marrón. Sin comer ni beber hasta el vivac donde haría agua y prepararía unos macarrones (eso pensé iluso de mi). Cuando llegué a la tienda casi no la encuentro porque estaba a punto de salir volando por el Glaciar de Les Bossons. La metí como pude dentro de la mochila y fui al refugio a comprar agua. No era mi día porque allí no había ni diós para venderme una botella así que tuve que tirarme para abajo hasta Tete Rousse, donde ya pude hidratarme, comer y descansar después de un montón de horas con el cuerpo fatal.
Bajando hacia el tren de cremallera todavía me quedó alguna fuerza para sacar una foto más a la Aiguille du Midi con su espectacular teleférico.

Como no podía ser de otra manera, la tarde acabó de la manera más ridícula, me dormí en el tren y cuando me desperté sobresaltado en una de las paradas me bajé pensando que ya había llegado y resulta que estaba en la anterior y allí no había nadie esperándome… tuve que llamar a Sandra para que me fueran a buscar a St. Gervais.
Y esta es a grandes rasgos mi aventura por el Montblanc, si alguien necesita más información estaré encantado de ayudar en lo que pueda.
Un saludo.
P.D. Si queréis ver un pequeño vídeo con musiquilla pinchar en:
http://youtu.be/xT3fIBoGgw0