La Vía de la Plata – Etapa 7
Publicado: Sab Jul 01, 2017 4:14 pm
Viene de:
http://www.foropicos.net/viewtopic.php?f=18&t=31330
15-05-2017: Almendralejo (6h20') - Mérida (13h40') - 30,4 Km (GPS) - 29,6 Km (Guía)
Salida más bien pronto, porque la previsión era llegar a Mérida, y allí había muchas cosas que ver:

Al comienzo de la etapa había dos opciones: volver los algo menos de 4 kilómetros del desvío del día anterior para retomar el Camino o ir directamente hacia la siguiente localidad, Torremejía, por carretera, una carretera poco frecuentada por la existencia actual de la autovía, que va en paralelo.
Yo no estaba por allí para marear la perdiz, sino para ir a Santiago, de modo que elegí la segunda opción:

Siempre con mucha atención en todos los cruces, sobre todo al salir de Almendralejo, para no cometer algún error que costaría mucho (esfuerzo y tiempo) corregir:

Esos días el sol salía sobre las 7, y poco después de las 6 (“crepúsculo matutino”, según nos enseñó nuestro padre en la escuela de Sietes; el de la tarde era el "vespertino", que a mí siempre me sonó raro, porque me sonaba parecido a "despertar") ya se veía. El uso del frontal era necesario normalmente si se comenzaba a andar antes de las seis y tocaba ir por caminos no iluminados.
Y un día más apareció el sol, puntual, a su hora:


Hasta Torremejía había algo más de 13 kilómetros, ¡pero eran 13 kilómetros totalmente rectos!, una interminable recta de esas en las que, por mucho que andes, parece que estás siempre en el mismo sitio, porque la perspectiva no cambia.

El paisaje tampoco ayudaba a distraer, porque era una llanura continua con casi siempre lo mismo: viñedos:

Uno de esos negocios a los que arruinan las autopistas y autovías:

Un buen rato después (13 kilómetros andando dan mucho de sí) una indicación en la autovía de al lado ya animaba:

Seguía la llanura infinita de viñedos:

Y por fin, después de un cambio de rasante, apareció Torremejía:

Pero, antes de enfilar hacia allá definitivamente, aún quedaba un buen tramo, había que tomar una desviación para salvar la autovía:




Y claro, una vez en Torremejía y de nuevo en Camino, era ya buena hora para el cafecito (y carajito). No había todavía mucho abierto (era lunes, pero festivo, por las largas fiestas de San Isidro) pero encontré un sitio muy adecuado para lo que yo andaba haciendo:

Agradable parada, pero no buenas noticias locales en el periódico (recordé a los chavales que volvían andando, dos madrugadas anteriores, de una fiesta en Los Santos de Maimona):

Y al Camino de nuevo, ahora ya en él. Quedaban algo más de 15 kilómetros a Mérida. Salvo algún desvío momentáneo, la mayor parte del tiempo se seguía por asfalto (tal como había yo llegado a Torremejía) y se fue haciendo algo pesado:



Después de unas horas apareció un núcleo grande de población al fondo, que no podía ser otra cosa que Mérida, en el curso del Guadiana:

Junto a una industria maderera, el camino se hacía más agradable, desviándose de la carretera:


Por allí había un vértice geodésico y, claro, como la cabra tira al monte, hubo que hacerse una foto junto a él:

Hacia la derecha, a Santiago, hacia la izquierda, al Rocío:

¡Campos con unas increíbles extensiones de manzanilla! Lo veía alucinado, recordando cómo, de guajes, mi padre (al que le gustaba mucho) nos mandaba a sus hijos a cogerla, y nos pasábamos toda una tarde para intentar llenar una miserable bolsita. Y eso con suerte, y cuando no había que disputársela a una señora mayor, con una ingeniosa estrategia entre mi hermano Manolo y yo, que mejor no entro a detallar. O cuando había que disputársela también (tampoco diré cómo) a guajes de otros pueblos que venían a por ella a “nuestro territorio”.
Naturalmente, recogí en un momento una buena cantidad que me iría sirviendo para prepararme infusiones (muy digestivas, y con un intenso sabor, muy rico, para a quienes les guste) en los albergues:



La gran Emérita Augusta (capital de la Comunidad Autónoma de Extremadura) más cerca:

Un enorme gallinero:

Continúa.
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15-05-2017: Almendralejo (6h20') - Mérida (13h40') - 30,4 Km (GPS) - 29,6 Km (Guía)
Salida más bien pronto, porque la previsión era llegar a Mérida, y allí había muchas cosas que ver:

Al comienzo de la etapa había dos opciones: volver los algo menos de 4 kilómetros del desvío del día anterior para retomar el Camino o ir directamente hacia la siguiente localidad, Torremejía, por carretera, una carretera poco frecuentada por la existencia actual de la autovía, que va en paralelo.
Yo no estaba por allí para marear la perdiz, sino para ir a Santiago, de modo que elegí la segunda opción:

Siempre con mucha atención en todos los cruces, sobre todo al salir de Almendralejo, para no cometer algún error que costaría mucho (esfuerzo y tiempo) corregir:

Esos días el sol salía sobre las 7, y poco después de las 6 (“crepúsculo matutino”, según nos enseñó nuestro padre en la escuela de Sietes; el de la tarde era el "vespertino", que a mí siempre me sonó raro, porque me sonaba parecido a "despertar") ya se veía. El uso del frontal era necesario normalmente si se comenzaba a andar antes de las seis y tocaba ir por caminos no iluminados.
Y un día más apareció el sol, puntual, a su hora:


Hasta Torremejía había algo más de 13 kilómetros, ¡pero eran 13 kilómetros totalmente rectos!, una interminable recta de esas en las que, por mucho que andes, parece que estás siempre en el mismo sitio, porque la perspectiva no cambia.

El paisaje tampoco ayudaba a distraer, porque era una llanura continua con casi siempre lo mismo: viñedos:

Uno de esos negocios a los que arruinan las autopistas y autovías:

Un buen rato después (13 kilómetros andando dan mucho de sí) una indicación en la autovía de al lado ya animaba:

Seguía la llanura infinita de viñedos:

Y por fin, después de un cambio de rasante, apareció Torremejía:

Pero, antes de enfilar hacia allá definitivamente, aún quedaba un buen tramo, había que tomar una desviación para salvar la autovía:




Y claro, una vez en Torremejía y de nuevo en Camino, era ya buena hora para el cafecito (y carajito). No había todavía mucho abierto (era lunes, pero festivo, por las largas fiestas de San Isidro) pero encontré un sitio muy adecuado para lo que yo andaba haciendo:

Agradable parada, pero no buenas noticias locales en el periódico (recordé a los chavales que volvían andando, dos madrugadas anteriores, de una fiesta en Los Santos de Maimona):

Y al Camino de nuevo, ahora ya en él. Quedaban algo más de 15 kilómetros a Mérida. Salvo algún desvío momentáneo, la mayor parte del tiempo se seguía por asfalto (tal como había yo llegado a Torremejía) y se fue haciendo algo pesado:



Después de unas horas apareció un núcleo grande de población al fondo, que no podía ser otra cosa que Mérida, en el curso del Guadiana:

Junto a una industria maderera, el camino se hacía más agradable, desviándose de la carretera:


Por allí había un vértice geodésico y, claro, como la cabra tira al monte, hubo que hacerse una foto junto a él:

Hacia la derecha, a Santiago, hacia la izquierda, al Rocío:

¡Campos con unas increíbles extensiones de manzanilla! Lo veía alucinado, recordando cómo, de guajes, mi padre (al que le gustaba mucho) nos mandaba a sus hijos a cogerla, y nos pasábamos toda una tarde para intentar llenar una miserable bolsita. Y eso con suerte, y cuando no había que disputársela a una señora mayor, con una ingeniosa estrategia entre mi hermano Manolo y yo, que mejor no entro a detallar. O cuando había que disputársela también (tampoco diré cómo) a guajes de otros pueblos que venían a por ella a “nuestro territorio”.
Naturalmente, recogí en un momento una buena cantidad que me iría sirviendo para prepararme infusiones (muy digestivas, y con un intenso sabor, muy rico, para a quienes les guste) en los albergues:



La gran Emérita Augusta (capital de la Comunidad Autónoma de Extremadura) más cerca:

Un enorme gallinero:

Continúa.