De modo que, aunque fuera la misma montaña, sería algo totalmente nuevo. Siempre he visitado muy poco esa zona a pesar de las impresionantes montañas que tiene. La única otra montaña de por ahí en la que he estado, es Peña Rueda, saliendo de Cortes y bajando a Lindes.
Iríamos el viernes 7 de julio (San Fermín) y la meteorología no estuvo nada clara durante toda la semana. Anunciaban tiempo tormentoso, con una ventana de tiempo favorable (me resisto a llamar "buen tiempo" a cuando hace sol) en la primera parte del día hasta el mediodía. Llamé al refugio del Meicín (en el que, por cierto, nunca he estado, imperdonable, quizá tendría que ir un día para subir al Fontán y remediarlo) y muy amablemente me informaron de que venían anunciando tormentas para las tardes durante varios días, pero que después no caía nada o casi nada.
Lo que estaba claro es que habría que cumplir una vez más con el “Segundo Teorema de Gastón: Nunca te arrepentirás…”). De modo que salimos (lloviendo) de Valladolid a las seis de la mañana. Según avanzábamos hacia el norte, se veía el cielo cada vez más despejado y cada vez con más claridad el perfil de la Cordillera Cantábrica. Cafecitos en la autovía, en Rioseco de Tapia, y sobre las 8h30’ llegábamos a Torrebarrio. ¡Allí estaba!, imponente, un montañón (con su hermana pequeña), por eso tantas veces se ve de lejos. Unos 1.200 m. por encima de nosotros:
.jpg)
.jpg)
Saliendo de Torrebarrio:
.jpg)
No nos fijamos mucho en el mapa (mucha de la culpa, si no toda, fue mía, no recordaba nada de la vez anterior) y, en lugar de salir por la izquierda de la iglesia y coger el evidente camino, salimos por su derecha, metiéndonos en una especie de senda angosta que no era senda, sino un arroyo pedregoso, afortunadamente con poca agua.
Así que al cabo de un rato ya andábamos atravesando prados, saltando alambradas y saludando a mastines que cuidaban ganado, para corregir el error. Bueno, no perdimos mucho tiempo.
Desde luego en toda la subida a Peña Ubiña pocos pasos hay en los que no se gane altura:
.jpg)
.jpg)
.jpg)
.jpg)
.jpg)
Hacia el collado del Ronzón, ya en camino. El cielo no estaba claro del todo, había algún nubarrón que incluso soltó alguna pequeña chispita de agua, pero detrás de él venía un claro que se fue imponiendo
.jpg)
.jpg)
.jpg)
.jpg)

Reagrupamiento en el collado, con Peña Ubiña Pequeña siempre muy presente y Torrebarrio quedando abajo:


Poca parada -se trataba de estar en la cima lo más pronto posible por si llegaba tormenta-, y hacia la arista, por un camino muy marcado y señalizado (se ve que es una vía muy frecuentada), siempre con Peña Ubiña Pequeña a la espalda:





Si dije antes que no hay paso en el que no se gane altura, a partir de aquí mucho más, es como una potente y continua “escalerona”, siempre con bastante aire alrededor::




Al ir llegando a la cresta las vistas se hacen más amplias y se va suavizando la pendiente:




Se va pasando por varios resaltes y la cima se va haciendo desear:

La vertiente de Tuiza y del Meicín a la vista:

Continúa.